| 4 de septiembre

Si el kirchnerismo concreta su intentona re-reeleccionaria, ¿Cuál es el proyecto de la oposición?

Estando en pleno auge mediático la posibilidad de que el kirchnerismo promueva una reforma constitucional luego de los comicios legislativos de 2013 con el objetivo de habilitar la re-reelección de la presidente Cristina Fernández, la oposición advertimos que se encuentra en una postura de frontal rechazo a dicha posibilidad en función de la necesidad de preservar la alternancia en el Gobierno como forma de garantizar la plena vigencia de la república democrática.

Sin embargo, en caso que el Congreso apruebe una reforma constitucional –dicha aprobación deberá contar con el articulado a reformar en la Convención Constituyente que se dedique a ello-, la oposición no pareciera tener un proyecto que pueda reducir a su mínima expresión los daños que puedan llegar a provocarse en el texto constitucional. Y es que una de las críticas que se le hizo a Raúl Alfonsín en 1994 cuando posibilitó que se llevara a cabo la reforma de ese año a través del conocido Pacto de Olivos, fue respondida en su autobiografía política titulada “Memoria Política”, cuando expresó que la Unión Cívica Radical (UCR) propugnó la incorporación de tratados internacionales en distintas materias con igual rango al de la Constitución y otros aspectos vinculados a las atribuciones del Congreso y del funcionamiento de los órganos de contralor que limitaran el poder de los gobernantes entendiendo que dichas propuestas mitigarían el daño que podía producirse más que ciertamente si el Partido Justicialista (PJ), liderado por Carlos Saúl Menem, redactara a gusto, parecer y pretensiones el texto que finalmente saldría luego de la reforma.
Hoy nos encontramos con un arco político opositor mucho más fragmentado que en 1994. La oposición ya no está compuesta por un radicalismo que todavía se encontraba con grandes posibilidades de disputar el poder al peronismo y un Frente Grande en ascenso que aliándose como lo hizo en 1997 podía darle la estocada final al menemismo gobernante en las elecciones legislativas para saltar a la Nación dos años después. Este 2012 nos encuentra con un radicalismo que pareciera más lentamente de lo que realmente podría recuperarse, aunque persisten notoriamente y sin lugar a dudas las reservas sobre la proyección electoral que puede tener hacia 2013 y 2015, luego de la frustración electoral de Ricardo Alfonsín en 2011; el espacio de centroderecha, encabezado por Mauricio Macri y el Pro con intenciones de proyectar su perfil político hacia sectores del peronismo federal encabezado por Eduardo Duhalde y del radicalismo porteño más algunos intendentes radicales del interior del país que se mantienen impermeables a los mandatos rígidos del Comité Nacional en materia de coaliciones; y algunos sectores de la izquierda vernácula que no comulgan con el socialismo bolivariano de la Casa Rosada y tienen más cercanía con la socialdemocracia del Partido Socialista con Hermes Binner como principal referente; son todas expresiones variopintas que forman parte del catálogo de la oposición política que hay en la República Argentina y quieren disputar el poder en las elecciones legislativas de 2013 para así poder encarar en mejores condiciones de largada la campaña presidencial de 2015.
Visto de este modo el panorama que nos depara a los argentinos, bien fundadas podremos dudar sobre las posibilidades de hacer frente a una eventual intentona re-reeleccionaria en 2013. Mientras Alfonsín padre, aun con el error que significó avalar la reforma constitucional de 1994 Pacto Olivos mediante, logró frenar exitosamente la intentona re-reeleccionaria de Menem que se venía en ciernes y logró incorporar junto con el conjunto del radicalismo una serie de artículos que son indiscutiblemente positivos para limitar el poder –a pesar de que en la práctica las apetencias y las mayorías tiránicas pueden hacer decir a la Constitución Nacional lo que en la letra fría y en su espíritu no dicen de ninguna manera-; vale preguntarnos si Alfonsín hijo podrá repetir la experiencia en 2013 y sumar en el radicalismo todas las voces que puedan hacer de la oposición política al kirchnerismo, no un mero rejunte de voces discordantes con reclamos por la vigencia en pleno y sustancial de los valores de las libertades individuales y las garantías por los derechos colectivos, sino una oposición con capacidad de disputar el espacio discursivo y desnudar así los intentos cuasi monárquicos tan bolivarianos que pueden salir a flor de piel y sin medias tintas a partir de 2013.
Fuente: Shelknam Sur
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