| 4 de mayo

¿Estamos preparados para un terremoto en Ushuaia?

Tras el sismo ocurrido el pasado viernes a alrededor de 220 kilómetros al sur de Ushuaia y que provocó temor dado que en distintos barrios de la provincia se pudo percibir; deberíamos preguntarnos si estamos en condiciones de afrontar las consecuencias de un movimiento telúrico cuyo epicentro se ubique más cerca de la Isla Grande de Tierra del Fuego. Teniendo en cuenta que la isla está atravesada por las placas Scotia y Sudamericana, dicha hipótesis no es descabellada. Desde la infraestructura sanitaria hasta la elaboración de planes de contingencia, pasando por los condicionantes que ha ido sumando, por ejemplo, Ushuaia, a medida que fue creciendo su casco urbano, los interrogantes son varios.

Antes de iniciar con los aspectos a evaluar, debemos recordar que la falla del Fagnano (también conocida internacionalmente como falla de Magallanes) es la zona límite entre las placas Sudamericana (al norte del lago Fagnano) y Scotia (al sur del lago), encima de las cuales se encuentran construidas las ciudades de Río Grande y Ushuaia, respectivamente. Según el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), Ushuaia se encuentra catalogada como Zona 3 de riesgo sísmico, por debajo de Mendoza y San Juan, que son Zona 4. Si bien los pequeños movimientos, muchos de ellos imperceptibles para el ser humano, son constantes; el antecedente que suele mencionarse es el terremoto de diciembre de 1949 que afectó a la falla de Magallanes y que fue de una intensidad de 7.9° en la escala de Richter. Un episodio de similar intensidad con la población que actualmente tiene la ciudad, sería de consecuencias y efectos catastróficos de no estar preparados para afrontarlo.

En materia de infraestructura sanitaria, no podemos soslayar que Ushuaia sólo tiene un hospital, ubicado en la intersección de la calle 12 de Octubre y la avenida Malvinas Argentinas y que, si bien la tan ansiada ampliación está cada vez más cerca de concretarse, no deja de ser un parche para un colapsado sistema de salud. Es dable observar que, de registrarse un sismo, es factible que los barrios La Oca, San Vicente, Los Morros, Mirador del Olivia, Mirador del Fernández, el parque industrial, entre otros; quedarían aislados ante un eventual colapso de los puentes que atraviesan el arroyo Buena Esperanza en las avenidas Perito Moreno y Héroes de Malvinas. ¿Existe una alternativa para instalar servicios de salud y emergencia en los barrios que quedarían desconectados del resto de la ciudad y que son, además, de gran concentración demográfica? Podría evaluarse la conformación de hospitales de campaña, similares a los que se constituyeron durante la pandemia de Covid19. Ahora bien, ¿estos hospitales alcanzarían a satisfacer la demanda producto de un desastre natural como un sismo? Si bien el Hospital Regional ‘Gobernador Ernesto Manuel Campos’ podría ser de ayuda, ¿serían suficientes las camas disponibles? ¿Cuánto podría incrementarse la cantidad de camas entre el nosocomio y las clínicas existentes? El HRU, que data de los años 60, fue construido para una Ushuaia que apenas alcanzaba los ocho mil habitantes. En 2025, la población roza las cien mil almas. Es claro que la infraestructura sanitaria se vería en notorias dificultades, sin mencionar otros factores como la cantidad de profesionales médicos, los especialistas en disciplinas y ramas para la atención de pacientes, la capacidad de respuesta del Banco de Sangre, entre otros.

En materia de planes de contingencia, es interesante advertir que, en distintos puntos de la ciudad, existe cartelería que indica que son puntos de reunión ante un movimiento sísmico. Paradójicamente, esos puntos son inmediatos a nichos de gas, estaciones de servicio y cableado, todo lo cual contribuye a aumentar el riesgo de quienes se trasladen a esos puntos en espacios abiertos pero tan plagados de peligros. ¿Existen áreas dentro de la ciudad que funcionen como zonas de concentración ante un movimiento telúrico? ¿Quiénes eligieron estos puntos de reunión y cuáles fueron los factores que tuvieron en cuenta para escoger dichos puntos?

Aparte de los aspectos citados, con el sismo del viernes 2 de mayo muchos vecinos afirmaron haber sentido el movimiento, sobre todo quienes viven en edificios, algunos de reciente inauguración de no más de 10 años de haber sido construidos. ¿Se siguieron normas de construcción acordes al riesgo sísmico? ¿El diseño de luminaria, ventanas y estructuras fue observado para minimizar el peligro ante un sismo? Y los edificios públicos, ¿tienen planes de evacuación? ¿Son seguros para una rápida evacuación? ¿Qué riesgos presentan sus estructuras y diseños en caso de sismo?

Son demasiados interrogantes que podríamos inquirir tras el sismo y que no parecieran motivar ningún tipo de preocupación en la sociedad fueguina.

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