| 27 de septiembre

Especialistas del CONICET destacan la importancia de las Áreas Marinas Protegidas de Argentina para contribuir a combatir el cambio climático

Un equipo de biólogos conformado por Lucía Bergagna, Luciana Riccialdelli, Gustavo Lovrich, con lugar de trabajo en el Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC) de Ushuaia y Ricardo Sahade del Instituto de Diversidad y Ecología Animal (IDEA, UNC-CONICET) de la ciudad de Córdoba, llevan adelante desde hace años un trabajo que estudia la captura y transformación del carbono en los fondos oceánicos de la región austral de Argentina. Tras varias campañas de muestreo en las Áreas Marinas Protegidas (AMPs) Namuncurá – Banco Burdwood I y II, se dedican a analizar y dimensionar los servicios ecosistémicos de estas grandes extensiones de mar, y su aporte para regular el clima del planeta.

Desde la revolución industrial, que comenzó a finales del siglo XVIII, en la atmósfera aumentaron los gases que atrapan el calor y contribuyen al calentamiento de la Tierra. Este es el fenómeno conocido como efecto invernadero. Entre estos gases está el dióxido de carbono (CO2) que proviene principalmente de la quema de combustibles fósiles, como el carbón, el petróleo y el gas. El aumento en la concentración del CO2 está provocando cambios en el clima más rápidos de los que se esperarían de forma natural. En este contexto, proteger los ecosistemas que capturan y retienen altas cantidades de carbono, como los bosques y los humedales, entre otros, es una prioridad en los esfuerzos de conservación, ya que ayudan a combatir el cambio climático.

¿Qué es el Carbono azul?

El ‘carbono azul’ se refiere al carbono que se captura de la atmósfera y se retiene en los ecosistemas marinos por largos períodos de tiempo (más de 100 años). Entre estos ecosistemas, los más eficaces para almacenar carbono son los manglares, las marismas y los pastos marinos. La eficiencia de estos ecosistemas marinos es hasta 10 veces mayor que la de sus pares terrestres como bosques y selvas. Estos ecosistemas están dominados por plantas que, a través de la fotosíntesis, convierten el CO2 de la atmósfera en biomoléculas que forman parte de los organismos marinos, y que luego pueden ser retenidas en los sedimentos por largos períodos de tiempo. Entre el 25 y 35% del CO2 generado por la actividad humana ha sido absorbido por el océano, y sólo el océano alrededor de la Antártida ha acumulado el 45% de ese CO2, mostrando su importancia como regulador del clima a escala global.

Los ecosistemas de carbono azul no se limitan solo a las zonas costeras con vegetación. Las regiones polares de la Antártida, el Ártico y otras zonas oceánicas frías también desempeñan un papel muy importante en el almacenamiento de carbono. Esto se logra a partir de su incorporación a la materia viva de plantas y animales, incluso a los que habitan el fondo marino. Así se mantiene el carbono fuera de la atmósfera y, por lo tanto, disminuye el impacto del cambio climático.

Tal es el caso de las Áreas Marinas Protegidas Namuncurá – Banco Burdwood I y II, creadas en los años 2013 y 2018. Ubicadas al sur de las Islas Malvinas y al este de Isla de los Estados, estas AMPs buscan la protección de las comunidades de organismos que viven en el fondo marino y también afirmar la soberanía de más de 60.300 km2. La investigación revela que estas AMPs contribuyen al balance global del carbono, ya que los organismos del fondo marino y los sedimentos almacenan grandes cantidades de carbono. Entre los organismos más importantes que ayudan a la retención de carbono están los corales de aguas frías, las esponjas y las estrellas de mar. En este sentido, Lucía Bergagna precisó que ”uno de los resultados más importantes de esta investigación resalta que no sólo es importante la cantidad de carbono que se encuentra en los organismos, sino también en los sedimentos. ¿Qué pasa con el carbono de estos animales luego de su muerte? En el Banco Burdwood, gran parte de este carbono aún se conserva en los sedimentos, principalmente como restos de conchillas o esqueletos en forma de carbonato de calcio”

Los resultados del estudio mostraron que estas comunidades de organismos almacenan menos carbono que los ecosistemas tropicales y templados, tales como manglares o pastos marinos. Sin embargo, los sedimentos en las áreas protegidas del Atlántico sur guardan cantidades de carbono similares a las de estos ecosistemas. Al respecto, Gustavo Lovrich explicó que ”en los ecosistemas tropicales, el sedimento del suelo retiene el carbono durante mucho tiempo, además de las raíces de las plantas. En el AMP Namuncurá-Banco Burdwood los sedimentos tienen mucha conchilla, que los hace ricos en carbono”. Al considerar la extensión total de las superficies protegidas, la cantidad total de carbono almacenado se vuelve significativa a escala global. “Los animales que viven en el fondo marino del Banco Burdwood son los responsables de retener el Carbono en el fondo del mar. Cuando mueren, sus restos forman parte del sedimento y el carbono contenido es retenido en el fondo marino” remarcó Bergagna.

 

Bergagna, L., Lovrich, G., Riccialdelli, L. et al. Blue carbon storage in a sub-Antarctic marine protected area. Sci Rep 14, 20642 (2024).

https://doi.org/10.1038/s41598-024-71319-0

 

 

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