Desde fines del año pasado, quienes llegan al aeropuerto se topan con una escena inusual: carteles de “Prohibido estacionar” alineados sobre la banquina y, desde esta semana, una fila prolijamente dispuesta de rocas capaces de disuadir al más decidido. La medida busca frenar la costumbre de muchos conductores de dejar el auto gratis fuera del playón oficial desde que la concesionaria Auster empezó a cobrar tarifas premium.
La paradoja salta a la vista. El nuevo estacionamiento continúa a medio construir y, de noche, la zona permanece a oscuras, como si el proyecto incluyera un simulacro de apagón (de los tantos que los últimos años se han hecho más frecuentes) del gobierno provincial encabezado por Gustavo Melella. Pese a ello, el tarifario corre sin anestesia estival:
Motos: $1.400 la hora / $8.400 la estadía
Autos: $2.800 la hora / $15.800 la estadía
Camionetas, pick-up y SUV: $3.400 la hora / $19.400 la estadía
Minibuses: $5.000 la hora / $26.000 la estadía
Buses: $8.700 la hora / $39.000 la estadía
Ante esas cifras, los fueguinos activaron el “plan banquina”: estacionar sobre la ruta, aguardar el mensaje de “ya llegué” y lanzarse a la puerta de arribos antes de que se esfumen los 15 minutos de cortesía. El problema es la gente que se aglutina a la hora de esperar: valijas, bocinazos y maniobras apuradas convierten el cuarto de hora gratuito en un pestañeo; cuando el cronómetro se pasa de rosca, la tarifa muerde sin piedad.
En ese escenario, la concesionaria apeló al hardware rupestre: primero los carteles, ahora las piedras. Quien intente subirse a la banquina se arriesga a un neumático reventado… o a retomar la fila al playón pago.
Por el momento, cada visita al Aeropuerto Internacional Malvinas Argentinas de la capital provincial exige tres maniobras clave: comparar números, esquivar rocas y rezar para que los 15 minutos de gracia no se evaporen en la salida. Mientras las luminarias sigan pendientes y el playón continúe en obra, la “guerra de las piedras” promete varios capítulos fueguinos.